Jorge Ávalos: «Gema Dance y la gramática de la soledad» (crítica : danza)

La compañía de danza de Gerardo Osorio abre la temporada del Teatro Luis Poma con dos nuevas obras, “Sintaxis del movimiento” y “Tango Lite”, en una fluida fusión de danza contemporánea con bailes de calle y de salón.

Jorge Ávalos – texto y fotografías
La Zebra | #3 | Marzo 1, 2016

La compañía de danza dirigida por el bailarín y coreógrafo Gerardo Osorio, Gema Dance Ballet, abrió este 27 y 28 de febrero la temporada 2016 del Teatro Luis Poma, con dos energéticas piezas de danza contemporánea —“Sintaxis del movimiento” y “Tango Lite”— y una selección de su repertorio de Bailes de Salón, en un espectáculo creado para mostrar su trabajo con jóvenes bailarines.

“Sintaxis” inicia con una entrada en silencio de diez bailarines, dos filas de cinco, todos vestidos de gris, y en un ámbito escénico vacío y sombrío. Una sola luz diagonal corta el escenario desde la esquina exterior derecha hacia la esquina interior izquierda. Las dos filas de jóvenes se encaminan hacia esa luz solitaria. Cuando todos están en escena, el primer gesto del grupo es una mirada de soslayo al público. Lo que sigue, combina gestualidad y juegos de gravedad, cuerpos que se desploman y giran sobre el suelo, por ejemplo, hasta conjurar una curiosa imagen: alineados todos al fondo del escenario, de forma alterna, cinco bailarines se dejan caer de lado hasta que sus cuerpos en diagonal son sostenidos por los otros cinco bailarines. Hay pocas imágenes sostenidas como ésta, que deja una huella; es como una metáfora: los que caen y los que impiden la caída de otros.

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Una jugada audaz del coreógrafo es haber utilizado como primera pieza musical de “Sintaxis” (una obra de 25 minutos) una canción de Rubén Blades: “Hipocresía”. La letra no podía ser ni más política ni más explícita. Vale la pena citar parte de la letra, porque se impone como una pauta para toda la pieza:

La sociedad se desintegra.
Cada familia en pie de guerra.
La corrupción y el desgobierno
hacen de la ciudad un infierno.
Gritos y acusaciones,
mentiras y traiciones,
hacen que la razón desaparezca.
Nace la indiferencia,
se anula la conciencia,
y no hay ideal que no se desvanezca.
Y todo el mundo jura que no entiende
por qué sus sueños hoy se vuelven mierda.
Y me hablan del pasado en el presente,
culpando a los demás por el problema
de nuestra común… hipocresía.

Esta canción pinta, con bastante exactitud, el panorama de la situación actual de El Salvador, marcado por la violencia social, por la corrupción pública y por la polarización política. ¿Cómo afecta esta tensión general a los jóvenes? ¿Puede la danza expresar el malestar que sienten?

La estrategia que elige Osorio para responder a estas preguntas es mostrarnos dinámicas de grupo, en sus momentos de tensión y descomposición. De hecho, la noción de que la danza es “expresión corporal” adquiere en “Sintaxis” un sentido casi literal: estamos ante una gramática de la comunicación no verbal de los jóvenes. Y aunque el esquema general de la coreografía, con sus alusiones políticas y poéticas, sea sofisticado, lo que los jóvenes nos dicen es bastante primario: hermandad o discordia; aceptación o rechazo; marginalidad o tensión social. Es decir, estamos ante un espejo que muestra dinámicas sociales en los momentos de quebranto. Por un instante, incluso, mientras veía a todos estos jóvenes en el escenario, pensé en lo que ocurre cuando se reúne un grupo de niños que no se conocen entre sí en un parque, y cómo de manera espontánea cada niño comienza a poner a prueba a los demás, no sólo como expresión de agresividad, sino como expresión de autoconocimiento, para saber qué tan lejos puede llegar, hasta dónde puede salirse con las suyas.

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En el vacío y la semioscuridad del escenario, jóvenes vestidos de gris —lo que en este caso adquiere el sentido de que carecen de definición individual, de identidad— luchan por espacios o por prevalecer. En varias escenas, las únicas luces sobre el escenario son “calles”, proyecciones desde los flancos del escenario, que los bailarines utilizan como áreas de desplazamiento. Al transitar por esas veredas de luz, a veces en grupos forzados, apretujados, a veces luchando entre sí por esas vías, los bailarines van creando imágenes y sensaciones del malestar de una ciudad superpoblada como San Salvador. Ahora bien, no quiero especular sobre el origen de estas imágenes. No quiero sugerir que pretenden ilustrar nuestra vida cotidiana. Lo que importa es que traducen los efectos emocionales del hacinamiento o la tensión social de las masas por medio de movimientos coreográficos, y estos a su vez generan otro tipo de sensaciones en el público. Lo que importa es lo que sentimos al ver esto: al ver esta gramática corporal de la tensión y, acaso, la sumisión en la trayectoria por nuestros centros urbanos.

Aunque aquí y allá vemos frases líricas típicas de Osorio —la utilización de movimientos al nivel del suelo, utilizando el brazo como eje y sostén para giros y saltos, por ejemplo—, en general, lo que más importa son las energías de cada bailarín, y las tensiones que se generan al contraponer estas energías por medio de varios diseños grupales. En cierto sentido, “Sintaxis” no es distinta de otras coreografías de Osorio, puesto que privilegia, por encima de otro aspecto, el dinamismo: la rapidez y la energía, en cuanto al movimiento; la tensión y el contrapunto, en cuanto al trabajo de dúos. Hay pocos respiros en sus obras: casi no hay equivalentes a los adagios —a los pasajes lentos ni a la formulación de imágenes escultóricas, como en el ballet— ni a esa corriente de la danza contemporánea que trabaja con conceptos más teatrales, con un énfasis en la puesta en escena o en la composición visual con los cuerpos.

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“Sintaxis” recupera el amor de Osorio por el dinamismo corporal y lo fusiona con tendencias de las danzas que emergen de la calle, las que aman los jóvenes urbanos, como el hip hop. Esto es más que una fusión: es un matrimonio natural de estilos. Al trabajar con jóvenes que tienen edades desde los 13 hasta los 30 años, inclusive, el resultado no siempre es limpio, pero a veces el efecto puede ser brillante, como cuando integra a un bailarín de hip hop, Alexander “Sick Cybort” González, en el clímax de “Tango Lite”, borrando las fronteras entre dos estilos de danza. En realidad, ni “Sintaxis” ni “Tango Lite” parecen estar diseñadas para lucirse con la precisión en el fraseo o con sincronías perfectas. De hecho, hay pasajes en la obra que muestran una utilización bastante astuta de la diversidad de su cuerpo de baile: a veces lo logra por contraste, como cuando utiliza bailarines de diferentes estaturas realizando juegos de control y poder; a veces por afinidad, como en un dueto realizado por dos bailarinas de recias contexturas.

Entre el grupo de jóvenes bailarines de Gema Dance Ballet que se presentó en el Teatro Luis Poma, ninguno posee todavía la experiencia o la técnica tan depurada de su director, Gerardo Osorio, que participa en “Tango Lite” y bailó en la demostración final de bailes de salón. Pero que su pareja en esta última secuencia sea una joven de 21 años que sigue sin vacilación la vertiginosa dirección de Osorio, ya es notable. Ella se llama Elizabeth Valdez, y vale la pena destacar su participación junto con la de Eduardo Hernández, porque ambos tienen presencias fuertes sobre la escena, caracterizadas por la intensidad y la concentración en el trabajo de sus partes, y no, como suele suceder tan a menudo en los jóvenes bailarines, por la vía fácil de un énfasis desmedido en el carisma, la frescura juvenil o el atractivo físico. Osorio merece puntos extra por hacer que sus jóvenes bailarines se esfuercen por trabajar en los valores más duraderos de la danza.

Si bien dije que hay pocos respiros en las obras de Osorio, cuando estos suceden generan impresiones profundas. Hay un momento en “Sintaxis” cuando dos dúos se desplazan por calles de luz. Son dos abrazos en un lento trayecto por el escenario, nada más. Pero es más que un abrazo. Son dos mujeres jóvenes sostenidas por el cuerpo de dos hombres. Es compenetración de un cuerpo con otro. Es como si en ese abrazo la vida de una persona dependiera de la de otra. Podría ser un abrazo amoroso, pero al ver esta escena no lo sentí como una expresión del amor como pasión romántica, tanto como un manifiesto por la necesidad del amor como sostén para la supervivencia. Son nociones muy distintas. Quizás podemos vivir sin la primera, pero sin la segunda no tenemos ninguna oportunidad sobre la tierra.


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Sintaxis del Movimiento
Glamour y Pasión

Teatro Luis Poma
San Salvador
27 y 28 de febrero de 2016

Ficha técnica

“Sintaxis del Movimiento”
Coreografía: Gerardo Osorio y César Hernández
Director: Gerardo Osorio
Duración: 25 minutos
Música: Varios
Género: Danza Contemporánea
Sinopsis: La sintaxis del movimiento permite abordar coherentemente cada expresión de una forma táctica, pues permite la relación del movimiento con la interpretación más allá de las palabras.

“Tango Lite”
Coreografía: Gerardo Osorio, César Hernández y José Andrés Álvarez Sanóu
Director: Gerardo Osorio
Duración: 10 minutos
Música: Varios
Género: Danza Contemporánea / Tango / Hip-Hop
Sinopsis: Fusión de danza y baile que permite amalgamar la técnica de la danza contemporánea, la fuerza del hip hop y la singularidad del tango.

“Repertorio de Bailes de Salón”
Coreografía y dirección: Gerardo Osorio
Género: Bailes de salón para escenario / Cha Cha / Samba de pareja / Bolero / Ballroom dance / Tango / Swing / Rock

Elenco de Gema Dance Ballet

Director artístico y primer bailarín: Gerardo Osorio
Bailarines: Elizabeth Valdez, Kathia Rivera, Cesar Eduardo Hernández, Antonio Coronado, Liliana Gómez, Nidia Reyes, Carolina Reyes, Andrea Valencia, Jenny Ayala, Amy Argueta, Adonay Osorio y Alexander “Sick Cybort” González (Hip Hop)

Contacto de Gema Dance Ballet

Correo electrónico: gemadanceballet@gmail.com

Sitio web: http://gemadanceballet.blogspot.com

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jorge_avalosJORGE ÁVALOS es un escritor y fotógrafo salvadoreño, editor de la revista La Zebra. Como cuentista ha ganado los dos premios centroamericanos de literatura: el Rogelio Sinán de Panamá, por La ciudad del deseo (2004), y el Monteforte Toledo de Guatemala, por El secreto del ángel (2012). En 2009 recibió el Premio Ovación de Teatro por su obra La balada de Jimmy Rosa. En 2015 estrenó La canción de nuestros días, por la que Teatro Zebra recibió el Premio Ovación 2014.

Sitio oficial: jorgeavalos.com