Enrique Jaramillo Levi: «Sin escribir, moriría» (entrevista)

Una vista panorámica sobre la carrera del escritor y gestor cultural más tenaz de Panamá.

Entrevista por Roberto Pérez-Franco
La Zebra | 
#106 | Junio 14, 2025

1. Introducción

Agradezco al estimado Jorge Ávalos, versátil escritor salvadoreño, la oportunidad que me brinda de entrevistar para La Zebra a Enrique Jaramillo Levi, mi querido amigo, brillante e incansable escritor, antologista, crítico y promotor literario, posiblemente el más activo y prolífico de mi patria, Panamá.

Conocí a Enrique hace un tercio de siglo, en un encuentro de escritores realizado en 1991, al que asistí como estudiante de secundaria, sentado en el público. Recuerdo todavía mi emoción cuando intercambié con el gran hombre algunas palabras y pedí su autógrafo. Nos hicimos amigos hace un cuarto de siglo, en 1999, cuando Enrique identificó en mí algún talento y público en su colección Cuadernos Marginales mi tercera colección de cuentos.

Desde entonces hemos compartido la mesa en varias ocasiones y hemos sido cómplices en varias iniciativas culturales, incluyendo la fundación de la Asociación de Escritores de Panamá. El año pasado tuve la oportunidad de regresarle el favor, facilitando la publicación de su más reciente “Manual para la creación de cuentos y minicuentos imaginativos”. Enrique es para mí, y para toda una generación de escritores panameños, una especie de figura paterna. Un verdadero patriarca de las letras.

2. Entrevista

Enrique, gracias por la oportunidad de entrevistarte. Mi primera pregunta es sobre tu prodigiosa actividad literaria. Es bien conocido que manejas, desde tus inicios como escritor, múltiples géneros literarios, a los cuales se suma tu actividad de crítico y antologista. Quiero enfocarme primero en tu actividad como autor. ¿Sientes especial afinidad por alguno de estos géneros, como tu vehículo preferido para expresarte, o te sientes igualmente cómodo en cualquiera de ellos?

Muy joven empecé escribiendo poemas y obras de teatro, algunas de las cuales se representaron en Panamá, incluso en el Teatro Nacional (La cápsula de cianuro, Mención Honorífica en un Concurso Ricardo Miró). Pero poco a poco me fui decantando por el cuento, desde mi primer libro en ese género, Catalepsia, de 1965 (otra Mención en el Premio Miró), obra que por cierto revisó Rogelio Sinán, siendo Director de Cultura y Publicaciones del Ministerio de Educación en esa época, seguido de Duplicaciones (Editorial Joaquín Mortiz, México 1973, con una reedición mexicana, dos en España y otra en Panamá), mi obra más reconocida, escrita mediante beca internacional bajo la tutela crítica de los escritores mexicanos Juan Rulfo y Salvador Elizondo. Desde entonces no he parado. Creo que son 35 las colecciones de cuentos que he publicado hasta el momento, y tengo tres libros más inéditos.

Pero simultáneamente seguí escribiendo y publicando poemarios, y también libros de ensayos literarios y numerosas antologías sobre diversos aspectos de la literatura panameña, centroamericana y mexicana. En cada uno de estos géneros he encontrado gran satisfacción… El único que hasta el momento desafía obstinadamente mi capacidad creativa es la novela, aunque a mis 80 años empiezo a retar un poco esa persistente incapacidad.

Los que conocemos tu pluma sabemos que su tinta nunca se seca, y que salen a la luz varios libros tuyos cada año. Háblanos sobre la reciente publicación de tres nuevos libros, y cómo encajan en el conjunto de tu obra.

Lo de que publico cada año varios libros sólo ha pasado dos veces: después de la pandemia, porque me encerré a escribir como si el mundo se acabara al día siguiente; y el año pasado —2024—, en que en Querétaro escribí dos libros y logré que se publicara otro que tenía guardado. Pero no deja de ser cierto que mientras se mantenga mi creatividad siempre estoy escribiendo… Los tres libros a los que te refieres son los siguientes: Anclajes: 150 minicuentos, con un hermoso prólogo del gran poeta panameño Manuel Orestes Nieto, publicado en Bogotá por Grupo Editorial Ibáñez; Si los dioses no disponen otra cosa poemario escrito en la ciudad de Querétaro, en donde ahora vivo por razones de salud al cuidado de una de mis hijas mexicanas; y un Manual para la creación de cuentos y minicuentos imaginativos (con tu solidario apoyo en el diseño gráfico del libro), que simultáneamente fue preparado en esta ciudad, ambos publicados en Amazon a finales de 2024. Todo lo que sé sobre escritura de ficciones breves lo he vertido de una forma u otra en ese libro para beneficio de nuevos y talentosos cuentistas.

Hablemos ahora de tu trabajo como gestor cultural. Mi alma mater, la Universidad Tecnológica de Panamá —fundada por tu tío, el profesor Víctor Levi Sasso— fue beneficiaria de tu labor cultural durante décadas. Muchos escritores de Panamá pasamos por sus aulas. ¿Qué reflexión te merece el legado que deja tu larga gestión en esa casa?

Tras haber dado clases como profesor visitante en una universidad en Corvallis, estado de Oregón y en otra en San Bernardino, California, fui profesor titular en la recién creada Universidad Autónoma Metropolitana en Iztapalapa, México, durante 8 años. Y en efecto, laboré después durante 25 años consecutivos en el área de Cultura en la Universidad Tecnológica de Panamá, tras habérseme robado una cátedra ganada en buena lid en la Universidad de Panamá (de donde soy egresado como profesor de inglés), para dársela a otra persona favorecida bajo cuerda por un vicerrector.

En la UTP habría de fundar tres premios literarios importantes que aún se convocan anualmente, entre ellos el Premio Centroamericano de Literatura “Rogelio Sinán”; además de un Diplomado en Creación Literaria que desde 2001 se sigue convocando bianualmente y de donde han egresado numerosos excelentes nuevos escritores. Igualmente, fundé el “Directorio de Escritores Vivos de Panamá” que la UTP mantiene en la red, y que se actualiza a cada rato.

Y en 2008, traspasé a la UTP la revista literaria bianual “Maga”, que yo había fundado por mi cuenta en 1984, y me pidieron seguir siendo su director, lo que ocurrió hasta 2022.

Adicionalmente, algo que pocos recuerdan ya, recién entrado a dicha institución fundé una colección de libros que se coeditaban entre la UTP y cada autor, denominada “Cuadernos Marginales”, con el apoyo solidario y entusiasta del ingeniero y escritor José Luis Rodríguez Pittí, la cual habría de ser el antecedente para la fundación poco años más tarde de una auténtica Editorial Universitaria de la UTP, que siguió publicando obras literarias a la par de libros de índole científica y tecnológica.

Parte de tu promoción de la literatura ha sido a través de numerosos talleres de cuento que has impartido durante décadas. En ese tiempo, me parece, has destilado una serie de lecciones sobre tu ‘receta’ para crear cuentos. Sospecho que tu intención en publicar el año pasado el “Manual para la creación de cuentos y minicuentos imaginativos” es preservar y difundir ese método, para que te sobreviva. ¿Cuál fue tu motivo para escribir el Manual, y cómo se relaciona con tus legendarios talleres?

Aunque ya mencioné en una pregunta anterior la importancia que tiene para mí la minuciosa escritura de ese Manual, sólo añado ahora que idealmente quienes imparten talleres de cuento y quienes los toman, en Panamá o en cualquier parte del mundo (pero sobre todo en los países de Centroamérica), encontrarán en sus páginas numerosas explicaciones conceptuales y sobre diversas técnicas narrativas, así como muchos ejemplos, tareas a desarrollar y una muy extensa y variada bibliografía.

Llevo 65 años creando cuentos de todo tipo; tanto los realistas y fantásticos como los eróticos, de horror, de crítica sociopolítica, oníricos, metafísicos, de ciencia-ficción, minificcionales y de metaficción me producen una especial fascinación. En realidad, todo lo que sé sobre la escritura de cuentos está plasmado en ese Manual. Lo ideal sería que profesores y alumnos de talleres de cuento se interesaran en pedirlo en Amazon, para confirmar lo que aquí expreso entusiasmado.

Hablemos de tu trabajo como antologista. Has sido, durante décadas, un incansable y generoso promotor de la literatura que se escribe en Panamá. Dichas antologías se han publicado en varios países, principalmente en Panamá y en México, y tratan a menudo de temáticas o demografías específicas. Tu trabajo en este frente, como el de Sísifo, parece no terminar nunca. Sé que preparas ahora una nueva antología muy ambiciosa. Cuéntanos sobre ella.

En efecto, me encanta preparar antologías, sobre todo de cuento y poesía, lo cual exige antes un estudio pormenorizado de épocas, tendencias y estilos. La primera que publiqué fue en un ya lejano 1971, en México, titulada Antología crítica de joven narrativa panameña; en ella incluí y comenté cuentos de los autores que surgían en ese momento en Panamá en ese género: Moravia Ochoa López, Pedro Rivera, Bertalicia Peralta, Enrique Chuez, Dimas Lidio Pittí, Griselda López, Benjamín Ramón y yo mismo, entre otros… Las más recientes fueron: Semblanza múltiple del cuento en Panamá (2020); Ofertorio: Secuencias y consecuencias (Mujeres cuentistas de Panamá: Siglo XXI), 2021; y Consumación de Eros (Antología del cuento erótico en Panamá), 2021. Todos con prólogo y bibliografía míos. Y ahora preparo: Cuentistas de Panamá: Antología selecta, que pretende recorrer 5 generaciones de buenos cuentistas vivos que tengan al menos dos libros publicados en ese género. Por supuesto, tú estás incluido en este nuevo esfuerzo de investigación.

Viajemos al pasado ahora, a aquel periodo en que estuviste en México entre 1971 y 1982, y durante el cual tuviste la oportunidad de conocer a importantes escritores mexicanos. Ahora, medio siglo después, ¿qué es lo que más recuerdas de esa experiencia?

La experiencia en México, al ganarme en 1971 la Beca Centroamericana de Literatura, la primera y última vez que se convocó por parte del ya desaparecido Centro Mexicano de Escritores, fue extraordinaria, En todos los sentidos. Supuestamente fui por un año, me la renovaron un segundo año. Y luego me fui quedando, motivado por las numerosas oportunidades que fui encontrando, tanto en el campo docente como en las oportunidades de poder publicar en suplementos culturales dominicales de diversos periódicos, en revistas literarias y en excelentes editoriales mexicanas.

En México aprendí a impartir talleres literarios y también a ser editor, entre otras cosas que luego aplicaría en Panamá. Además, en México nacieron mis tres hijas. Fue fascinante poder conocer y tratar brevemente a Juan Rulfo, Salvador Elizondo, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Rosario Castellanos, José Emilio Pacheco y Elena Poniatowska, entre otros excelentes autores.

Sé también que años antes ya habías realizado otras iniciativas a nivel nacional, que me parece están bastante olvidadas en cuanto a darte hoy el crédito que mereces. Por un lado, recuerdo que fuiste director del Departamento de Letras del antiguo Instituto Nacional de Cultura (INAC), y después Director de la Editorial Universitaria de la Universidad de Panamá, siendo su Rector el Dr. Carlos Iván Zúñiga. En ambas entidades publicaste libros de autores nacionales. ¿Qué otras iniciativas realizaste en esos tiempos?

Es correcto. En el INAC fundé el Premio de Poesía Joven “Gustavo Batista Cedeño”, tres semanas después de su fallecimiento. Dicho certamen continúa convocándose anualmente por parte del Ministerio de Cultura. Otros premios que en diversos momentos convoqué fueron el “Premio Stella Sierra de Poesía”, el “Premio Rodrigo Miró” al mejor libro publicado cada año, y el premio “Rafael De León Jones” de minicuento. Su duración en cada caso fue efímera, por falta de apoyo económico. Por cinco años consecutivos tuvo muy buenos resultados anualmente el “Premio Sagitario Ediciones de Novela Corta”, que logré que patrocinara Grupo Melo, gracias al apoyo del escritor Eduardo Jaspe Lescure, que ahí labora, hasta que llegó la pandemia. Y el más reciente que fundé es el “Premio Ariel Barría Alvarado” de cuento y novela, tres meses después del prematuro fallecimiento de ese gran novelista y cuentista y gran amigo. El primer año fue financiado por mí, y lo ganó como cuentista la escritora Cheri Lewis; después se lo traspasé al Ministerio de Cultura, que lo ha seguido convocando anualmente.

También fundé una Asociación de Escritores de Panamá, que tuvo una duración de tres años; y ya en la UTP logré, en mis primeros años de laborar en la UTP, con el decidido apoyo de esa institución, que la Asamblea Nacional creara el Día del escritor panameño cada 25 de abril, fecha del nacimiento de Rogelio Sinán. Y sigue vigente.

A propósito de tu viaje a México, con una beca, cuéntanos cómo se materializa. Entiendo que se debe a un incidente poco conocido con el general Omar Torrijos. ¿Cómo se abrió aquella puerta?

Ocurrió que la noticia de que había ganado el Premio Centroamericano de Literatura, convocado por primera y única vez por el ya desaparecido Centro Mexicano de Escritores, a los 24 años, compitiendo con 14 otros autores del área (poetas, cuentistas, novelistas, dramaturgos, ensayistas), me fue enviada mediante un cable a mi apartado postal en Calidonia, y no a la dirección de mi casa, como debía ser. Por tanto, no me enteré del asunto hasta cinco días después. Al sexto día recibo una llamada en mi casa desde México diciéndome que como no había confirmado mi interés en aceptar la beca y viajar de inmediato, se la estaban dando a la persona que quedó en segundo lugar, un guatemalteco cuyo nombre no recuerdo.

Mi padre, que era muy amigo de Torrijos cuando éste era Jefe de la Policía de Colón y miembro honorario del Club de Leones de esa ciudad, al igual que mi papá, decidió que fuéramos a esperar a Torrijos a las 5:00 am hasta que saliera de su casa, para plantearle el asunto y ver si se podía hacer algo al respecto. Para ello le enseñamos el cable que había ido a dar a mi apartada postal, sitio que yo solo visitaba los fines de semana.

De inmediato tomó “cartas en el asunto”: dio categóricas instrucciones tanto al ministro de Relaciones Exteriores y al Embajador de Panamá en México para que ambos dieran allá las explicaciones del caso y se recuperara a tiempo para mí aquella beca. ¡Para nuestra sorpresa y alegría, al día siguiente supimos que el problema estaba resuelto! Fui becado por un año, de enero a diciembre de 1971, y habría de quedarme 12 años.

El nombre de Torrijos está asociado al tema del Canal de Panamá. En 1976, cuando estaban en Panamá cortando mi cordón umbilical y discutiendo los detalles de los tratados Torrijos-Carter, tú estabas en México prologando y publicando simultáneamente tres oportunas compilaciones de ensayos de reconocidos estudiosos panameños, en importantes editoriales mexicanas. Lamentablemente, ese trío de libros es poco recordado. ¿Cómo conseguiste coordinar y publicar tan valiosa colección de ideas, tan relevantes en ese momento, de manera tan oportuna, estando fuera de Panamá?

El hecho de que Panamá estaba en las noticias internacionales al encontrarse negociando un nuevo tratado con los norteamericanos, me abrió tres puertas simultáneamente, en tres excelentes editoriales mexicanas, para mi propia sorpresa. Estas son las 3 compilaciones, con prólogos míos, a las que te refieres: El Canal de Panamá: Origen, trauma nacional y destino (Ed. Grijalbo,1976); Una explosión en América: El Canal de Panamá(Siglo XX editores, 1976); y El Canal de Panamá(Fondo de Cultura Económica, 1976). Tengo entendido que dos de estos libros se usaron durante un año en la Universidad de Panamá, después no supe más.

El tema del Canal de Panamá, medular para la identidad de los panameños, ha vuelto a aparecer en titulares noticiosos en el mundo entero, pero de mala forma, como objeto de codicia del presidente Donald Trump, quien – al momento de escribir estas líneas – vaticina que Estados Unidos volverá a tomar control de la franja canalera. Tú sabes lo que yo pienso de Trump, y cómo abandoné a inicios de 2017 mi plaza de trabajo en MIT, en Boston, por no vivir bajo su mando. Quisiera saber tu opinión sobre las recientes acciones de Trump en relación con el Canal de Panamá, con otros países, y con su propio país.

Ahora, nuevamente, nuestro país está en las noticias internacionales, defendiéndose de las mentiras y los chantajes mediáticos constantes del sicópata de Donald Trump. El tipo es un fascista oportunista. A mi entender, está desquiciando al mundo entero con sus desmedidas ansias de poder. En su propio país empieza a crecer un temor y un odio más que justificados hacia él y hacia su compinche multibillonario Elon Musk. En “La Estrella de Panamá” he publicado recientemente un par de artículos sobre este tema, saliéndome de mis habituales temas culturales.

Ya para terminar, mi querido Enrique, quiero hacerte una pregunta más personal. Sé, porque somos amigos, que tu salud no ha sido la mejor últimamente. Aunque la energía y la motivación no te abandonan, las capacidades físicas y mentales de la juventud ya son sólo un recuerdo. Quiero preguntarte: ¿qué te motiva a seguir trabajando a pesar del paso (y el peso) del tiempo? ¿Por qué sigues escribiendo tanto? Y, si me permites una segunda parte en esta pregunta, cuando ya no estés, ¿cómo quisieras que se te recuerde en Panamá?

Es lo que mejor sé hacer: escribir cuentos y poemas, sobre todo. Lo hago casi a diario. Más que nunca, aunque parezca mentira… Y también investigar; promover cultura; editar buenas obras. A Dios gracias, mi creatividad por el momento se mantiene. Tengo varios libros de cuentos inéditos escritos por acá (Querétaro, México). Creo que si dejo de escribir no tardaría en morir…

Cuando ya no esté me gustaría que se me recuerde como un escritor, sin duda obsesivo, convencido del alto valor emocional, intelectual y cultural de la buena literatura. Un escritor amigo de los escritores y enemigo de los dictadores de cualquier signo ideológico…

Y, modestia aparte, me encantaría que algún día se creara, en recuerdo mío y en beneficio de talentosos escritores panameños, un premio literario con mi nombre.

¡Muchas gracias por tu tiempo, Enrique!

Muchas gracias, Roberto, por esta entrevista.


ROBERTO PÉREZ-FRANCO (Chitré, Panamá, 26 de abril de 1976). Escritor panameño. Su principal contribución literaria se da en el género de cuento, aunque también ha producido poesía y textos de opinión. Es ingeniero electromecánico, egresado de la Universidad Tecnológica de Panamá. Recibió una Beca Fulbright para estudios de maestría en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, donde luego completa también su doctorado y postdoctorado. Es nieto de la poetisa Raquel Muñoz de Franco y hermano de la poetisa Eka Pérez-Franco. En 2005 ganó el Premio Nacional de Cuento José María Sánchez. Actualmente reside en Melbourne, Australia. Entre sus obras publicadas se encuentran: Cuando florece el macano (Chitré, 1993); Confesiones en el cautiverio (Chitré, 1995); Cierra tus ojos (Panamá, 2000); Cenizas de ángel (Panamá, 2005); Catarsis (Boston, 2008); Cuentos Selectos: 1993-2008 (Boston, 2008); Textos Escogidos: 1993-2008 (Boston, 2008); Textos selectos sobre la Heroica Villa de Los Santos: 1993-2008 (Boston, 2008); y Tinta Seca: Obra Completa 1992-2012 (Boston, 2012).

ENRIQUE JARAMILLO LEVI (1944). Escritor y gestor cultural panameño, reconocido como uno de los más destacados cuentistas de la región, es autor de más de cincuenta libros originales, entre ensayo, poesía, narrativa y teatro. Además, es un gran promotor de la obra de sus compatriotas, por medio de antologías y publicaciones periódicas, incluyendo la revista Maga, la cual fundó. Entre sus libros cabe destacar, entre muchos otros: Duplicaciones (1973, México), Caracol y otros cuentos (México, 1998), Luminoso tiempo gris (España, 2002) y Algo está por ocurrir (Costa Rica, 2013). En el 2013, el Fondo de Cultura Económico, en México, publicó una amplia antología de su obra como cuentista, Visión de conjunto. Su libro de ciencia-ficción Top Secret (cuentos sobre OVNIS), fue publicado por Foro/taller Sagitario Ediciones, en coedición con Modus Ludicus (Panamá, 2021).