Mauricio Marquina: «Sobre la poesía» (ensayo)

Dos textos rarísimos del poeta salvadoreño Mauricio Marquina sobre el arte poético.

Mauricio Marquina
Introducción de Jorge Ávalos
La Zebra | #108 | Septiembre 17, 2025

I. Introducción

Jorge Ávalos

Hasta donde sabemos, Mauricio Marquina no escribió nunca un ensayo sobre poesía, y su voz particular, desbordante y en un proceso constante de libre asociación, no le permitió ser ni concreto ni definitivo a la hora de referirse al tema. Este no era, a su manera de ver, el lugar de la poesía: no en los ámbitos de la razón, sino como una manifestación de los territorios del subconsciente. Reconocemos en su poesía la escritura automática, pero su afiliación no estaba con el surrealismo puro ni con otros movimientos de vanguardia de principios del siglo XX, sino con la literatura crítica que surge en América con el movimiento de resistencia postcolonial, influida por la poesía de la negritud del gran poeta de Martinica, Aimé Cesaire (2013-2008), autor de Retorno al país natal y Discurso sobre el colonialismo. Sus libros, Obscenidades para hacer en Casa y Otros Poemas (San Salvador, 1968) y Ceremonias Lunares (San Salvador, 1971), sólo pueden entenderse desde la resistencia postcolonial, una poesía que, a su vez, le otorga al erotismo una centralidad solar frente a la extinción de las fuerzas destructivas de los poderes coloniales.

También médico, Marquina aprendió a estudiar el cuerpo humano con los cadáveres anónimos de los asesinados que Medicina Legal le entregaba a la morgue de la Facultad de Medicina en la década de 1960, así que formuló una poesía que cuestionaba el lugar de lo humano en el mundo desde la necrología, desde el que ama al ser humano con un eros vallejiano, pero formula su amor desde el tánatos y desde el cuestionamiento político, con la perspectiva tan singular del estudiante de anatomía (el único paralelo que se me ocurre es el del poeta y novelista alemán Gottfried Benn, también médico).

Es por esta doble razón —el de ser un poeta que se enfrenta a la muerte en un contexto postcolonial— que sus únicos esfuerzos de explicar su poesía, en las respuestas a las “Dos preguntas” que le hiciera un periódico literario (La Pájara Pinta, # 47, San Salvador, noviembre de 1969, p. 8), y en su “Monólogo inconcluso”, sean también desbordes poéticos. Sus argumentos no sólo emergen de las oquedades húmedas del subconsciente, sino que también nos ofrecen una idea inequívoca de su identidad de clase, de ser el hombre que nos dice: “me fabrico de esta manera el tiempo de la alegría, de la cólera, de las vigilias, de los amores condenados a usar la ruta 11, de lo maravilloso —pequeño como una lágrima— de nuestra sociedad”.

Aunque Marquina rehúse explorar, desde la crítica o la estética, su propia vena poética, sí nos revela su método, su praxis desbocada, y, en última instancia, su posición moral y política: “La poesía es todo eso que se posiciona frente a esos inmundos osarios que con sólo nombrarlos enrojezco. Es hora ya de reaccionar en contra de lo que nos ofende y nos doblega autoritariamente.”

II. Sobre la poesía

Mauricio Marquina

Dos preguntas

¿Qué es la poesía?

Es un proceso catártico subjetivo-objetivo o viceversa, indefinido contra las perturbaciones, las ansiedades, las depravaciones, la muerte, las excepciones en el orden físico o moral, el espíritu de negación, los embrutecimientos, las alucinaciones favorecidas por la voluntad, los tormentos, la destrucción, los trastornos, las lágrimas, las insaciabilidades, las servidumbres, las imaginaciones penetrantes, las novelas, lo inesperado, lo que no debe hacerse, las peculiaridades químicas del buitre misterioso que acecha la carroña de alguna ilusión muerta, las experiencias precoces y abortadas, las oscuridades con caparazón de chinche, la terrible monomanía del orgullo, la inoculación de los estupores profundos, las oraciones fúnebres, las envidias, las traiciones, las tiranías, las impiedades, las irritaciones, los procesos agresivos, la demencia, el spleen, los terrores razonados, las inquietudes extrañas que el lector preferiría no sentir, las muecas, las neurosis, las hileras ensangrentadas por las que se hace pasar la lógica que no tiene salida, las exageraciones, la falta de sinceridad, los parloteos, las vulgaridades, lo sombrío, lo lúgubre, los partos peores que los asesinatos, las pasiones, el clan de los novelistas de tribunales, las tragedias, las odas, los melodramas, los extremos presentados perpetuamente, la razón silbada impunemente, los olores de gallina mojada, las insipideces, las ranas, los pulpos, los tiburones, el simún de los desiertos, todo aquello que es sonámbulo, turbio, nocturno, somnífero, noctámbulo, viscoso, foca parlante, equívoco, tuberculoso, espasmódico, afrodisíaco, anémico, tuerto, hermafrodita, bastardo, albino, pederasta, fenómeno de acuario y mujer barbuda, las horas repletas de desaliento taciturno, las fantasías, las acritudes, los monstruos, los silogismos desmoralizadores, las basuras, lo que es irreflexivo como el niño, la desolación, ese manzanillo intelectual, los chancros perfumados, los muslos con camelias, la culpabilidad de un escritor que rueda por la pendiente de la nada y se desprecia a sí mismo con gritos jubilosos, los remordimientos, las hipocresías, las perspectivas imprecisas que os trituran con sus engranajes imperceptibles, los severos escupitajos sobre los axiomas bastardos, la piojería y sus cosquilleos insinuantes, las caducidades, las impotencias, las blasfemias, las asfixias, las sofocaciones, las rabias… La poesía es todo eso que se posiciona frente a esos inmundos osarios que con sólo nombrarlos enrojezco. Es hora ya de reaccionar en contra de lo que nos ofende y nos doblega autoritariamente.

¿Por qué escribo?

Escribo para demoler en pequeños pedazos todas las vivencias que alienadamente vivo, que psicofreudianamente alcanzo, y llevarlo todo a la expansión demoledora del tiempo —sobre todo del presente y del futuro—. Escribo, además, porque me fabrico de esta manera el tiempo de la alegría, de la cólera, de las vigilias, de los amores condenados a usar la ruta 11, de lo maravilloso —pequeño como una lágrima— de nuestra sociedad; porque puedo transformarlo todo en poesía y porque “todo lo que se mueve se come”, y que después de una serie de procesos fisiológicos, ontológicos, de ondas de intestino, de ondas mentales, emerge delicadamente y es entonces cuando me hago poesía.

Un monólogo inconcluso

Intento dar a vosotros a nosotros a ellos
una explicación a este desatinado uso de la razón
que ejército de rato en rato con amables pausas
cuando contemplo las estrellas y la luna
En primer lugar quiero ponerme de acuerdo en cuanto a mi
autocatarsis que os voy a predicar como una especie
de medicina pervertida de hongos sagrados
extraída con fórceps desde el fondo de mis razonamientos
Algo así como un gemido de odio lanzado desde el fondo
de un útero que aborta
una conciencia castradora del erotismo que siembra
en el nosotros la desnudez
de un monólogo inconcluso entre comillas
y si es cierto que poseemos cierta repugnancia
al derramamiento de sangre
en las capillas y los lugares de modas
esto es lo que probablemente nos distingue
de los animales enteramente situados
en la retaguardia de nuestra manera de ser
Un montón de chongas de colores
rodeando el vértigo
del carrusel de la vida en la etapa eterna
de la acumulación de fuerzas
Una tristeza discreta que llevo de pasta a pasta
exactamente como un libro o una noche que cae
de mi cintura para abajo
Un asco exorbitante que derramo porque perdonen
uno se lleva el corazón a la mano
y extrajudicialmente declara
frente al plato de frijoles la Bestia la Bestia
en el instante en que el peso de las deudas
lo van empujando así a pequeños empujoncitos
a la tumba en que no les debo nada a los gusanos
Pero cómo aseverar que esto resulte
cierto y no me diga usted entonces que mediante
estas líneas se puede calcular lo cabrón
que es uno a veces
Estoy solitario como un poema de Vallejo
Tendrán que perdonar mis lágrimas
de cocodrilo en celo
Giro sobre un torno fresco aun lanzando profiriendo
muchas palabras muchas verdades que ustedes
no podrán decir a grito pelado
con las manos en la bolsa alimentando el recuerdo
solamente de pequeños frutos ácidos
Un salón vacío
horadado por numerosas puertas cerradas
impregnado de vivencias oblicuas complejas
como el fenómeno poético
una profundidad semejante a dos niños negros
caminando de la mano entre la pasmosa celeridad
de los Sumos Sacerdotes
en el Ritual de la Violencia y aún más tienes
que jugar con los pies descalzos sobre un suelo de brasas
profetizar sobre la tragedia del vecino adúltero
que llora en sus frecuentes borracheras
que adora divinamente a su mujer pero la pobre
no está de acuerdo
con ese funcionamiento glandular
con esa falsa alegría de navidad
con ese aumento de salario
que le prometieron a usté desde hace cuatro meses
con ese par de huevos fritos que constituyen su alimento
su carne su sangre que el señor derramó por nosotros
y por muchos para la redención de los pecados
de esa gatita sexual llamada Brigitte
Puede usté entonces
refrescar solamente sus recuerdos de infancia
que siempre serán mejores que su futuro de plato de zinc
que se va pelando en los fines de mes
todo untado de manteca nieve
Jugador confuso prófugo en la tierra de nadie
que habitamos y que somos
y todo esto porque no le doy tiempo a mi mujer que sueña
junto a la almohada húmeda de lágrimas y enojos
mientras estrecha esa raíz veleidosa que la posee
con intenciones malignas
esa Gran Raíz el pilar de la seguridad del hogar
y este oficio complicado con las vidas que me rodean.


MAURICIO MARQUINA (El Salvador, 1946-2025). Médico y poeta salvadoreño. Originario de Chinameca, San Miguel, formó parte del grupo de escritores del oriente de El Salvador, conocido como La Masacuata, que introdujo una contracorriente de autenticidad discursiva frente a la discursividad pública de la poesía de entonces; con Mauricio Marquina y Rigoberto Góngora, sobre todo, esta poesía se caracteriza por estar constituida por rumiaciones: el monólogo interior o el soliloquio murmurante. Su obra publicada en libros es mínima: Obscenidades para hacer en Casa y Otros Poemas, revista La Universidad (Universidad de El Salvador, San Salvador, 1968; se trata del poemario completo que también apareció en una separata); y Ceremonias Lunares (San Salvador, 1971). Fue incluido en un libro colectivo editado por Roberto Monterrosa: Las Cabezas Infinitas, San Salvador, 1971. También es mínima su aparición en publicaciones periódicas, como la revista Taller y el Diario Colatino de El Salvador.

* Las fechas exactas del nacimiento y muerte de Mauricio Marquina, que han aparecido con datos erróneos en diversas publicaciones, fueron aclaradas tras su fallecimiento por su propia familia: 29 de septiembre 1946 – 16 de septiembre 2025.

Arte: dibujo de portada de Wilfredo Lam para la edición cubana de Retorno al país natal de Aimé Cesaire.