Heriberto Montano: «Gracias por el fuego» (poesía)

Un poeta salvadoreño que se especializó en atrapar los asombros cotidianos.

Heriberto Montano
Introducción y selección de Jorge Ávalos
Arte de Camilo Minero
La Zebra | # 90 | Junio 2, 2023

I. Introducción

Jorge Ávalos

Hasta el final de su vida, sesgada de forma prematura por una enfermedad terminal, Heriberto Montano mantuvo una línea de poesía coloquial muy frecuente entre los poetas salvadoreños que comenzaron a publicar en la década de 1970, pero él trasciende las trampas del localismo y el costumbrismo porque logró forjar un lenguaje muy personal durante su exilio en la década de 1980, depurando su expresión hasta lograr brillantes imágenes de la vida cotidiana en la ciudad. En sus estampas de infancia, por ejemplo, los giros coloquiales son como preciosismos retóricos que quedaron atrapados en el ámbar de su memoria.

En su obra, además del entrañable registro de sus recuerdos, trabaja una lúcida reflexión sobre la experiencia humana. Poeta político también, con el fin de la guerra civil pasó de la denuncia de la represión militar a una poesía que retrata con empatía el curso vital de la clase obrera. Los versos escritos durante la última década de su vida emanan asombro, compasión y sentido del humor.

Su poesía, publicada en países como Nicaragua o la Unión Soviética antes de 1992, fue inaccesible en El Salvador hasta que dos antologías reunieron una parte importante de su producción: La ciudad y la neblina (Fundación Poetas de El Salvador, San Salvador, 2006); y Sobre los fuegos el puente: antología personal (DPI, San Salvador, 2008).

Montano nació en Santa Tecla, el 26 de octubre de 1950. Falleció, víctima de la esclerosis lateral amiotrófica, en San Salvador el 23 de agosto de 2007. Fue licenciado en Historia por la Universidad Patricio Lumumba de Moscú, y máster en Ciencias Históricas por la Universidad Central de Nicaragua. Tras su retorno del exilio se convirtió en profesor en la Universidad de El Salvador. Su producción literaria es exclusivamente poética: A veces nos desesperamos (Nicaragua, 1984); Ritual del olvido profundo (2000); La luna de mi canción (2003). Gato encerrado (2003). Breve canción de vida por el ausente (2005).

II. Poemas

Heriberto Montano

Fundación del miedo

Mi madre era el amable fantasma
en noches de apagón bajo el resplandor de las candelas

Te voy a comer decía con voz terrible de ultratumba
con ojos locos como desesperada alma sufriente
con una carcajada contenida

Y reíamos en la medianoche oscura de los tiempos
pero yo reía temeroso y no le quitaba los ojos de encima

Porque el miedo es pájaro que aletea
en la garganta
mariposa de hielo que se posa
en tu frente

Desde entonces esa risa me persigue
maternal en las noches de árboles inquietos

Sonámbula camina en las abiertas avenidas
tranquila ante las ventanas
que rechinan

Es sosegada brisa que se columpia
allí donde asustado el corazón pregunta
de nuevo

El hambre no está en la boca

El hambre no está en la boca que suspira
atormentada
No está en el pan negado
a tanto anhelo
No está en el pie que sale a buscar
un desesperado trabajo
No está en el silencio
del lápiz
que no escribe

El hambre no está
en la falta de calor en el corazón confuso
No está en el mundo escabroso aquí abajo
que mira de reojo cómo se mueven las nubes negras

Tampoco está
en el pequeño amor que naufraga
desnudo bajo la tormenta
Ni en la miel de las palabras añoradas
que la ciudad esconde

¿Entonces dónde está?
pregunta el niño que con sombras se arropa
mientras bebe dulcedumbre
en el regazo

Gracias por el fuego

Pedí lo que querrás mi amor
pedilo sin tardanza que te lo doy
dijiste
Y yo tomé suavemente tu pezón derecho
y pedí exactamente lo que querías
porque como una serpiente deslizaste tu cuerpo
bajo las sábanas sin pudor

Un beso dos besos una mordida
una mano tocando la pierna que se entreabre
un cielo sin tiempo ni angustia
Me miraste con ojos de ciega
y me dijiste
Tomame

Y yo tomé aquello
de sabor un poco acre y marino

Y vos tomaste aquello con un beso
suavemente y dijiste
es grande
y suavemente la lengua húmeda
y movediza

Y después lo que transcurre sofocado
la oreja el pie la lucha a fondo
mientras la luz le abre paso
al amanecer

Después nos miramos agradecidos y otro beso
de ternura
Gracias dijiste
Y yo no sé por qué

Tranquilidad

Hoy amanecí tranquilo como alma ausente
No me dolió este país para nada
ni la calle se llenó de gritos y pancartas
ni el pájaro azul cantó canciones rojas
ni oí tu voz de papel lejano

Hoy me sentí feliz como gusano
y repté milímetros de ilusiones
sobre la arena de una playa fría
y sobre un recuerdo mullido de mujer que entona
en mis rodillas un leve murmullo
mientras acaricia un dedo de mi mano izquierda

Para nada me dolió la cicatriz
atávica de la tristeza
ni los siglos con que el hambre nos persigue
ni el trabajo que cargo en mi mochila
sobre la columna vertebral del desaliento
Hoy amanecí feliz Qué cosa

Hoy amanecí tranquilo
Todos amanecimos tranquilos
y hasta los policías dieron gracias a la gente
y el banquero agradeció a sus matones
y el sol fue vendaval de polvo de oro
que no se devalúa sino que brilla
tal como advierte el banco mundial
para estos casos

Hoy amanecí feliz como lombriz

Del silencio y los espejos

En esa esquina mataron al profesor Soriano
Diecisiete absurdos disparos que todo mundo vio
pero que nadie oyó

Porque la noche tiene demasiados ojos
y el miedo puertas donde se cuela la ignominia
y la soledad ecos que en la piel resuenan

En la otra manzana vivió la sindicalista aquella
que con megáfono en mano esperanzas pregonaba
Solidaridad compañeros organicémonos
Demos la batalla por la paz verdadera
Pero amaneció
con la voz herida
y sobre ella un papel con letra ensangrentada

Pero nadie sintió cuando las paredes se golpeaban
Nadie midió el rumor de las proclamas
Nadie se percató del silencio que colgaba

Porque la noche tiene demasiados rostros
y el miedo espejos donde se miran los abismos
y la soledad retumbos que la memoria niega

Allí sobre el asfalto quedó la mancha roja
y la risa como campana de inquietudes
de la hija del poeta

Marchaba como flor abierta a las mareas
y al perfume del amor por todos compartido
y al placer de caminar sobre la historia

Pero nadie sintió los versos que emanaban
ni la mirada al ave en la ciudad de vientos y colinas

Porque la noche tiene demasiadas piedras malas
y el miedo martillos que golpean la palabra
y la soledad un perro que ni siquiera aúlla

Sobre los fuegos el puente, 2008


La pintura es un fragmento de “Sol y luna” de Camilo Minero, colección del Banco Central de Reserva.