Jorge Ávalos: «Performance Art: el arte del aquí y el ahora» (ensayo)

Hacia una definición del arte del “performance”.

Jorge Ávalos
Fotografías de Rodrigo Dada
La Zebra
| #8 | Agosto 1, 2016

Los artistas que realizan “performances” —actos que se insertan en el tejido de la cotidianidad pero subvirtiendo sus patrones—, formulan una crítica de la performatividad, es decir, de la puesta en escena de lo que norma nuestras conductas diarias: de lo legal, del decoro, de los hábitos y los ritos religiosos o políticos que repetimos para crear sociedad y que, por su naturaleza hegemónica, crean marginalidad. El performance art, por lo tanto, crea una poética de la libertad que se contrapone a las fuerzas sociales, económicas y políticas que instituyen y establecen las reglas del juego de esa extraordinaria puesta teatral que llamamos realidad.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Una de las ramas del arte contemporáneo menos comprendidas pero más intensamente promovidas en la actualidad en El Salvador es el performance. La palabra, de origen inglés, propicia confusiones porque literalmente significa “representación” y con frecuencia se la relaciona con las artes escénicas. Una definición, la de Rose Lee Goldberg para un diccionario de términos artísticos publicado en Inglaterra, limita el ámbito del performance a un origen histórico claramente situado en países angloparlantes:

Performance es un término descriptivo que se aplica a las presentaciones en vivo realizadas por artistas visuales. Al principio era utilizado libremente por artistas en la década de 1960 en los Estados Unidos para referirse a diversos eventos en vivo que se realizaban en ese entonces, como los happening, los conciertos “fluxus”, los “eventos”, “body art” o (en Alemania) Aktionen y Demonstrationen. En 1969 performance fue más específicamente incorporado en los títulos de obras en los Estados Unidos y en el Reino Unido.[1]

La historia del performance art es en realidad mucho más amplia y más heterogénea. Los movimientos de vanguardia —el dadaísmo y el futurismo sobre todo, entre 1909 y 1925— ya habían sentado las bases para el juego en vivo del artista a partir de principios filosóficos. Tanto los manifiestos de los futuristas como los de los dadaístas y los surrealistas proclamaron la supremacía del acto creador y emprendieron acciones para desmitificar el arte y estrechar la relación del artista con el público. Los dadaístas, en particular, se consolidaron como un movimiento anti-artístico que exaltaba la energía vital de la acción espontánea:

El arte está necesitado de una operación

El arte es una PRETENSIÓN recalentada
a la timidez de la bacinica urinaria, LA HISTERIA nacida
en el taller

Nosotros buscamos la fuerza derecha pura SOBRIA
ÚNICA no buscamos NADA
Nosotros afirmamos la VITALIDAD de cada instante
La anti-filosofía de las acrobacias ESPONTÁNEAS[2]

Esto significaría que el performance art tiene un origen en los movimientos de vanguardia que surgen en Suiza, Francia e Italia entre 1909 y 1922, y que reaccionaron contra la totalidad del arte occidental. También hay que notar que una de las grandes pioneras del performance art fue Yoko Ono (1933), de origen japonés. Y en efecto, el grupo japonés Gutai,[3] fundado por el artista Jiro Yoshiwara en 1954, realizó acciones públicas en Tokyo al mismo tiempo que el performance art se desarrollaba y adquiría una identidad propia en los Estados Unidos y en Inglaterra. Reconocer los múltiples orígenes, a veces conscientes y a veces coincidentes, de las artes contemporáneas, como ha señalado Ming Tiampo, es una manera de “descentrar” el modernismo y reconocer su pluralidad cultural.[4]

El performance art comienza a definirse como el arte del aquí y el ahora por medio de la interpretación simultánea y aleatoria de lectura, música y danza a partir de 1952 en Black Mountain College, donde enseñaba John Cage (1912-1992). En 1958 Yves Klein (1928-1962) introduce un espacio de integración del público a un evento de orden metafórico cuando inaugura su exposición “El vacío”, una enorme galería pintada completamente de blanco en la que se le servían cocteles azules a los visitantes. Con el “arte corporal” (“body art”), Klein también introduce el elemento participativo en la creación estética visual. Estos eventos, que prefiguran el arte conceptual, también permiten definir el performance como un arte de acción. En 1959, el artista estadounidense Allan Krapow creó y acuñó el término happening, un suceso en el que se borran las fronteras del arte por medio de la participación directa del público; claramente emparentado con el performance por ser un arte de acción, el happening se distingue de éste por su carácter espontáneo, celebratorio y participativo y porque no se centra en la acción del artista. A partir de 1970 el performance art adquiere una definición vinculada al arte conceptual y delimitada por sus procedimientos:

Dos particularidades intervienen en toda performance: por una parte, la disparidad de elementos en juego, al estilo de un collage, que consiste en yuxtaponer objetos o accesorios habitualmente disociados o diferentes soportes artísticos; por otra, la realización “instantánea” de la obra, su espontaneidad, de la que sólo se conservarán fotografías, un vídeo o los elementos del decorado utilizado. Por otra parte, es necesario precisar que la performance no requiere una técnica particular por parte del artista, ya que reivindica la autonomía de la acción artística frente a la actividad pictórica, basada en un conocimiento preciso (pintura, escultura). Otros aspectos pueden añadirse a estos dos principios, el principal, una voluntad de provocación que implica el poner en tela de juicio los sentidos, el cuerpo o los comportamientos sociales tradicionales.[5]

Esta definición es consistente con la filosofía de John Cage, que defiende un “arte que no sea algo diferente a la vida, sino una acción en la vida”. Este arte de acción, definido por el principio inagotable de una “voluntad de provocación”, llegó a El Salvador muy tempranamente por medio de un artista que desafió las tradiciones y el horizonte de expectativas de un público pasivo y de una clase intelectual conservadora.

 


Fotografías de Rodrigo Dada del performance de Alexia Miranda, “Ejercicios de manipulación II”, Santa Tecla, 13 de febrero de 2015.

Notas

[1] Goldberg, Rose Lee. Art Terms, Oxford University Press, London, 2009.

[2] Tzara, Tristan. Siete manifiestos Dadá. Ilustraciones de Francis Picabia. Tusquets Editores, Barcelona, 1972.

[3] “Gutai” (具体) significa “concreto” o “tangible”.

[4] Tiampo, Ming. Gutai: Decentering Modernism. Chicago, University of Chicago Press, 2010.

[5] “Performance”. Enciclopedia Colliers (adquirida por Microsoft Encarta), 2003.