Gustavo Campos: «Coleccionista» (cuento)

El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot, que mereció el premio Centroamericano de Novela Corta 2016, es una obra metaliteraria e inclasificable, con muestras de un paradójico sentido de humor, como lo demuestra este maravilloso pasaje.

Gustavo Campos
La Zebra | #18 | Junio 1, 2017

Se decía de él que coleccionaba esqueletos de novelas y que se comía las falanges de los versos. Decían que era un gran coleccionista. Hemingway y Neruda coleccionaban elementos táctiles. Pero él no, era un gran coleccionista: sabía cómo extraer el esqueleto íntegro. También dicen que tenía un gran museo. Que ni todos los museos cabían en el suyo. Dicen que también coleccionaba asombros, que de un extraño y viejo esqueleto de novela aprendió a extraerlos. Dicen que también conoció a Cesárea Tinajero y que vivieron juntos entre esqueletos y falanges en el más lejano y caluroso desierto. Decían de él tantas cosas, como que en lugar de coleccionar espejos guardaba los reflejos. De él decían esto. Pues era un gran coleccionista: el más grande de todos los tiempos. Coleccionaba atajos y reflejos. Y teorías. Tenía tantas teorías consigo que ya no existía el misterio. De él se decían tantas cosas. Tantas cosas. Cosas agradables y desagradables. Y éstas las coleccionaba. Coleccionaba las palabras y recuerdos. Cuentan que un día lo vieron recolectando sombras. Y las exhibía en su museo como si fueran un trofeo. Se decía de él que era un gran coleccionista: el más grande de todos los tiempos. Más grande que el mismísimo universo. Coleccionaba deidades y tiempo. Y hacía alarde en su museo. Dioses y semidioses exhibiéndose en su museo gigante. Le llamaban de tantas formas. De tantas formas lo llamaban porque era el gran coleccionista. Y sí lo era. Dioses, esqueletos y reflejos apenas colmaban una sala. Y, por si esto fuera necesario, por si acaso en algún momento se agotaba el espacio de su gran museo, coleccionaba salas. Coleccionaba salas como si fueran guirnaldas. Sin duda era un gran coleccionista: el más grande de todos los tiempos. Pero de pocas cosas hacía alarde. El alarde lo hacía en su museo: el alarde se exhibía junto a las deidades. Pero cuando le preguntaban por las pesadillas y los sueños, confesaba mantenerlos en cofres. Los protegía con cuidado. Y estos no los exhibía sino habían sido empaquetados. Se decía de él que era un gran coleccionista: poseía la alta fantasía de Dante y la exhibía junto a la yegua de la noche. Poseía, como pocos, o, mejor dicho, como nadie, un auténtico agujero negro. Y el Aleph de Borges. Un reproductor de sueños y un retentor de sueños. Poseía infinidad de cosas. Una Atlantis y las siete maravillas del viejo mundo. Se decía que era un gran coleccionista. Y su museo lo confirmaba. Coleccionaba el fugaz momento entre el pensamiento, la imaginación y la palabra: coleccionaba eso que la mayoría de las veces queda fuera del texto. Lo intraducible coleccionaba. Y lo exhibía. Y los artistas lo envidiaban. Se decía de él que coleccionaba a los grandes coleccionistas que lo precedieron y a los venideros. Decían que era un gran coleccionista, eso decían los coleccionistas exhibidos, y se admiraban. Decían que era un gran coleccionista: el más grande coleccionista de todos los tiempos.

 


gustavo_campos-por_daniel_mordzinskyGUSTAVO CAMPOS (San Pedro Sula, 1984). Cursó estudios de literatura en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Es premio Centroamericano de Novela Corta 2016 con la novela El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot. Ha publicado poesía, novela y cuento y elaborado antologías. Sus libros son Habitaciones sordas (Letra Negra; Guatemala, 2005); Desde el hospicio (HN, 2008); Los inacabados (HN, 2010); Katastrophé (HN, 2012); Entre el parnaso y la maison. Muestra de la nueva narrativa sampedrana (HN, 2011); Cuarta dimensión de la tarde. Antología de poetas hondureños y cubanos (Coedición, HN, 2011); Tríptico del iris de Narciso (2014). 3er y 2do lugar en el “Premio Nacional Europeo Hibueras”: en relato con Los Inacabados (2006) y en poesía con Tríptico del iris de narciso (2013), respectivamente, patrocinado por las Embajadas de Francia, España, Italia, Alemania y la Delegación de la Unión Europea en Honduras. Incluido en las antologías: Puertas abiertas. Antología de poesía centroamericana (Sergio Ramírez, editor; Fondo de Cultura Económica de México, 2011); en 4M3R1C4 2.0 Novísima poesía latinoamericana. 40 Poetas representativos de América Latina nacidos entre 1980 y 1990 (Héctor Hernández Montecinos; México, 2012); Voces de América Latina (Comp. María Palitachi; Texas, USA, 2016); Voces de América Latina III (Comp. María Palitachi; Texas, USA, 2016)  y en Un espejo roto. Antología del nuevo cuento de Centroamérica y República Dominicana (Comp. Sergio Ramírez, GEICA y Goethe Institut Mexiko, 2014) y su edición al alemán Zwischen Süd und Nord. Neue Erzähler aus Mittelamerika (Entre Sur y Norte. Nuevos narradores de Centroamérica.) (Sergio Ramírez; Unionsverlag, Zürich, 2014).

Fotografía del autor por Daniel Mordzinsky. La portada es una imagen digitalmente modificada para crear el efecto espiral, realizada por Josh Sommers a partir de la fotografía original “Going Down” de Thomas Hawk. Reproducida bajo la licencia de reproducción sin fines de lucro Creative Commons concedida por los autores originales.