Galardonado con el premio Cervantes 2022, rescatamos un poema comentado por Jorge Ávalos en el 2003.
Rafael Cadenas
Comentario de Jorge Ávalos
La Zebra | # 83 | Noviembre 10, 2022
Una isla (tres fragmentos)
Si el poema no nace, pero es real tu vida,
eres su encarnación.
Habitas
en su sombra inconquistable.
Te acompaña
diamante incumplido.
*
Piélago como fruta que acerco a mi boca.
Isla, mi respiración, el que desheredaste para que se sostuviera con su memoria, te invoca.
En ti vivió, creció como un beso, enflaqueció frente a la luna, fue conquistado.
Ahora hace ofrendas a cielo abierto, se ahoga sin clave, se sostiene en su naufragio.
Desde entonces es un habitante.
*
Te extiendes, camino de arena, más suave que la memoria de un ciego.
Salimos a recorrer la ciudad.
Tú te tiendes sobre una tibia hojarasca.
Más tarde me encuentras, tocas mi hombro y te vuelves noche.
Comentario
Jorge Ávalos
La mayor parte de la obra poética y ensayística de Rafael Cadenas (Venezuela, 1930) es aforística o fragmentaria. Aunque ambas formas se caracterizan por su brevedad, hay una diferencia entre ellas: el grado de apertura.
El aforismo es cerrado y se orienta hacia la claridad; el fragmento es oscuro, irreducible e incompleto. El aforismo resuelve o, al menos, propone; el fragmento es una tensión en el vacío: un destello en la noche, un crepitar en el silencio. Al mismo tiempo, el aforismo es autosuficiente y no se encadena a otros aforismos en un todo discursivo; puede, incluso, negar su contexto. El fragmento, por otro lado, impulsa al lector a integrarlo a su contexto, a crear un orden coherente con textos que pueden tener o no tener relación orgánica entre ellos; sitúa al lector en una posición curiosamente participativa: un libro compuesto de fragmentos se torna en un rompecabezas y su lectura es un ejercicio lúdico que busca dar ilación a un conjunto textual que quizás no tiene ninguna, excepto por la voz unificadora del poeta.
Lo que más me interesa al leer un libro de Cadenas es el vacío entre los textos, en la medida en que el lector sienta que debe resolver esos vacíos con el tejido de su propia lectura. La tensión entre los fragmentos es más notable al distinguir sus diferencias. Consideremos, por ejemplo, que cada uno de estos tres fragmentos de su poemario La isla recurre a diferentes personas del verbo: la segunda del singular en el primer fragmento; la primera y la tercera del singular en el segundo fragmento; y la primera del singular y plural, respectivamente, en el tercer fragmento. ¿Qué sucede en estos textos? Mi impresión no es que Cadenas personifica los objetos del mundo: una isla como una fruta o el camino de arena como un compañero. No es esto lo que parece suceder.
Sospecho que Cadenas diluye su identidad a través de las palabras, se posesiona del mundo con imágenes y, encontrando correspondencias entre esas imágenes, que no son más que reflejos de su propio ser, se pierde en el otro o en lo otro. En ocasiones, es esta otredad la que le habla al poeta y, por consiguiente, asimismo le habla a quien se sumerge en la lectura de sus poemas. Es un juego, quizás, de percepciones. Pero si los poemas de Cadenas son un piélago ilusorio, un conjunto de islas, de fragmentos de una identidad en un mar de silencio, entonces el lector es un cartógrafo, un explorador que se transmuta constantemente. Mi interpretación, por lo tanto, es una ilusión. El lector es invitado a crear su propio sistema de correspondencias.
* Fuente del poema: Obra entera, Poesía y prosa (1958-1995), Fondo de Cultura Económico, México, 2000.

RAFAEL CADENAS (Barquisimeto, Lara, Venezuela, 8 de abril de 1930). Poeta, ensayista y profesor universitario. Formó parte del grupo «Tabla Redonda» de Latinoamérica a comienzos de la década de los sesenta. En 1985 recibió el Premio Nacional de Literatura de Venezuela y en 2009 el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, en Guadalajara, México, entre muchos otros, Cadenas también fue galardonado en 2018 con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y, en 2022, con el Premio Cervantes. Su poema «Derrota» fue fundamental en la poesía venezolana de los años 60. Entre sus obras más destacadas se encuentran Amante (1983), Realidad y literatura (1979) y El taller de al lado (2005), en donde se encuentran también «Inquisidores», «Dificultad» y «Nuevo mundo».