Ocho geniales microcuentos del más grande humorista salvadoreño del siglo XX.
José María Méndez
La Zebra | #14 | Febrero 1, 2017
El desierto
Dios fabricó un reloj de arena que mediría la edad de la tierra. Se le cayó de las manos y surgió el desierto del Sahara.
Explosión de colores
El mandarín chino lanzó sus peces de colores al cielo cuando agotó la pólvora de los fuegos artificiales.
Las tablas
Era tan desafortunado actor que por primera vez entró a las tablas el día de su muerte.
El fracaso
El encuentro fracasó porque ella se quitó las medias a medias.
Morbo
Su placer morboso consistía en ver desnuda a la costurera a través del ojo de la aguja.
El héroe
El héroe de mi pueblo, gloria militar, victorioso en dos combates, en cuyo honor se levantó un túmulo, un catafalco, después un mausoleo, un cenotafio y hasta un obelisco, murió sin saber el significado de tales palabras.
La fruta prohibida
Eva comprendió que en verdad había comido la fruta del bien y el mal cuando, después de un mes de sentirse bien, empezó a sentirse mal.
La cita
A la una y cinco le dice la aguja grande a la pequeña: “Te espero a las dos y diez”.
JOSÉ MARÍA MÉNDEZ (El Salvador, 1916-2006). Abogado y escritor salvadoreño, notable por su obra humorística, la más destacada de ese género en su país en el siglo XX. Fue asesor y redactor de los Acuerdos de Paz. Entre sus obras se encuentran: Disparatario (1957); Cuentos del alfabeto (1992); Diccionario personal (1992); Antología definitiva (1995); Cuentos peligrosos y otros cuentos (1996); 80 a los 78. Cuentos de Chema Méndez (1996); La pena de muerte: un ensayo, tres cuentos y una adenda (1997); y Las Mormonas (1998).