Un homenaje al poeta que influenció su propia obra, de un poeta salvadoreño que falleció prematuramente de Covid-19 el 3 de marzo de 2021.
Luis Borja
Retrato de Ana Portnoy
La Zebra | # 75 | Marzo 3, 2022
En la muerte de Leopoldo María Panero
I
“Adiós, querido Leopoldo. Contigo se va gran parte de mi”, fueron las palabras que escribió el poeta español Joaquín Piqueras. Sentir cómo la incertidumbre se aferra a uno, eso es cruel. Inmediatamente busqué en la web alguna noticia que me sacara de ese estado, no encontré nada: aún existía la esperanza.
Minutos después, empecé a recordar de cómo Leopoldo María Panero había llegado a mivida. Fue en el Taller de Poesía del Parque con el poema “Proyecto de un beso”. Al finalizar la sesión, regresé a casa recitando en voz baja, y casi como un mantra, te mataré mañana cuando la luna salga. Eran los primeros meses del 2006. Ese sería mi primer encuentro con el poeta. Duermo.
II
Nacido en 1948, en una familia de letrados. Hijo de Leopoldo Panero y Felicidad Blanc, hermano de “Michi” Panero y de Juan Luis Panero, constituían una familia altamente interesante, así lo refleja el documental El desencanto de Jaime Chávarri. Antifranquista, miembro del Partido Comunista Español, irreverente, un monstruo, pero no un loco, arropado siempre bajo la sombra de poeta maldito, harto de ser Leopoldo María Panero.
La poesía de Panero es como un grito, como un llanto, como una muerte, como la locura, como un caos, como una maldición, como un beso, como una ternura, como el odio. Es una poesía que no es para cualquiera, es sólo para la gente que tiene enferma el alma. Es “un sol negro” —dirá Túa Blesa—, una poesía que el mismo Panero denominó como una “destilación del espíritu, un psicoanálisis”.
Desde 1968 su vida la pasó entre psiquiátricos, elemento que marcó completamente su poesía: “el loquero sabe el sabor de mi orina / y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas.” La presencia de la madre es muy recurrente, desde la ternura: “Madre, esos besos que en la tumba aún me das; desde el odio: una cucaracha recorre el jardín húmedo… la miro a los ojos y veo tus dos ojos azules madre mía”. El amor en los poemas de Panero no es visto como algo idílico: “El acto del amor es lo más parecido a un asesinato.” Asimismo, Dios es retomado en su poesía: “Dios el perro me llama el aire quema a un hombre.” La muerte, constantemente nombrada en la poesía de Panero, no es vista como punto final, sino como un elemento poético más: “Yo que todo los prostituí, aun puedo prostituir mi muerte y hacer de mi cadáver el último poema.”
En sí la poética de Panero estuvo conformada por el extrañamiento, término acuñado por el formalista ruso Sklowsky. En palabras del mismo Panero, esta poética “es la fealdad rodeada de belleza o viceversa, lo que no se come de lo que se devora y es que el referente poético por excelencia es la imaginación del lector.”
III
Despierto. Reviso los periódicos. Tristemente me confirman la muerte de unos de los poetas que más admiro. Murió con la tranquilidad del sueño, en su cuarto de Las Palmas de Gran Canaria. Como quien pierde al padre, un par de lágrimas cayeron. Así terminó el hombre que decía ser Leopoldo María Panero.
Mayo 4, 2014.
Mi cuarto está lleno de moscas…
A Leopoldo María Panero
Leopoldo, mi cuarto está lleno de moscas
Se posan sobre los libros que están en ella
Se comen los muertos que yacen en esas páginas
Derriban esos muros de tinta y vuelan gloriosas
sobre los sueños muertos de los poemas
Leopoldo, veo a mis amigos crucificados por las moscas
Pero, adiós Leopoldo
te vas a donde perteneces a ese país atascado de gusanos
el festín de las moscas se ha hecho en tus ojos
te vas donde los orines te dan ese baño que deseabas
¿Leopoldo te ahogarás en la desnudez de tu madre?
¿seguirá siendo el mismo sapo al que odiabas por su crueldad ante la locura?
Las moscas hacen el festín Leopoldo
Las moscas se regocijan cagando tus sesos poeta maldito
¿Leopoldo es tu poema muerto al que cantan?
Diálogos con el espejo, 2014.
LUIS BORJA (El Salvador, 1985-2001). Poeta y ensayista. Director de la Editorial Universitaria y profesor del Departamento de Letras de la Universidad de El Salvador, donde obtuvo su licenciatura en Ciencias del Lenguaje y la Literatura. En 2014 obtuvo el Accésit del XXIV Premio Internacional de Poesía «Jaime Gil de Biedma» con su obra El disparo: cuentos del barr(i)o (Editorial Visor, Madrid, 2014); y en 2019 ganó la VI edición del Premio Internacional de Poesía «Pilar Fernández Labrador» por su libro Umit (Ediciones Diputación de Salamanca, 2019). Sus otros libros de poesía son: Letrosis (2013); Pus (2014); La herida del poema (2015); Mi hombro es una lágrima (2016); Un labial para las muertas (2017). Editó la antología: Subterránea palabra (2016). Fue investigador de literatura y escribió varios ensayos académicos.